25 mar 2010

Grises días, mañanas de escondite

Otra vez el día gris. Otro día más luce el cielo el manuscrito gris de las nubes. Menos días de sol. Muy pocos, ninguno en la retina reciente. Recuerdos de grises tonalidades son los días pasados.

Yo me quedo aquí, otra vez. Al abrigo de las espaldas de quienes atienden una charla sobre Europa. Lo prefiero así. Quedarme escondido haciéndome el entendido, haciendo el papel de estudiante que toma notas. Una fila entera para mí, sin compañías conocidas. Ni extrañas.

Al cobijo de la mesa vacía puedo ojear a los que me rodean en una lejanía próxima. De reojo compruebo sus posiciones. Hay quien plancha sus mejillas con la mano, entrecerrando los ojos sobre el papel, o sobre la pared de la pizarra. Los hay quienes agitan la pierna cruzada...

Una vez más, otro día, noto como la abulia me roba el aliento. Se lleva cualquier resquicio de talento que pudiera tener. Roba restos de mí la abulia a pedazos por día.

Blanco y gris. Así se ordena el cielo arriba y abajo. Parece una barra de helado insípido. Como todos los días ese helado. El sabor gris de la vida y de los días.

No hay comentarios:

Publicar un comentario