Lloré a raudales
como si el futuro se me hubiera revelado. Tanto lloré recogido en tus rodillas,
suplicándote que no te fueras, que te quedaras conmigo, con todos nosotros. Vi
tu torso desnudo y es el recuerdo último que tengo de ti. Y por dios juro que
algo intuí. Porque seguí llorando cuando el coche se alejaba y tú te quedaste
en casa. Nunca fui lo suficientemente cabezota como para llegar a convencerte
de nada. Desde aquel día nadie me quita de lo que quiero hacer, no vaya a
suceder lo que te sucedió. No conseguí que vinieras con el resto de la familia
a pasar el día en el campo, que es así como se llama de toda la vida a la
segunda casa de tita Conchi.
No fue aquél un
domingo diferente. Muchos primos, comida, charlas. Mamá sintió algo extraño en
su vientre… Un dolor le sobresaltó mientras hablaba con las titas. Hoy pienso
que fuiste tú quien lo provocó, que tu alma recién exhalada se aferraba a ella.
Pero, al igual que yo no tuve la fuerza suficiente como para romperte la muñeca
y llevarte con nosotros la última vez que nos vimos, los brazos que extendió tu
alma sólo agitaron el vientre de mamá.
Y la noche de
mamá, sentada al lado del teléfono esperando tu llamada... Te buscó por todas
partes desesperadamente. Fue a la mañana siguiente cuando todo se acabó. La
radio informó que un ciclista había fallecido en la carretera y eras tú el
caído. Nuestra familia se rompió como tu cráneo. Mamá, hermana y yo vimos nacer
lo que hoy somos. Me ocultaron que habías muerto durante dos semanas. Fíjate si
ya era estúpido que le pregunté a mamá cuándo te haríamos una fiesta de
bienvenida, porque yo pensaba que ibas a volver...
Si te digo que
te echo de menos me creerás porque sigo llorando tu ausencia. Si pienso en ti
se me cae la vida. Si pienso en lo que me gustaba salir contigo en bicicleta
comprendo por qué hoy la necesito. Si soy sincero dudo que me hayas oído alguna
de mis oraciones. Porque rezo por ti todas las noches y no soy creyente. Creo
que nuestro tiempo pasó y nunca más estaremos juntos. No tengo alma, papi. la
mía se desvaneció cuando nos dejaste. Quiero creer que la tuya a veces me
visita. Quiero creer que tiene sentido vivir quince años sin ti.
No hay comentarios:
Publicar un comentario