La mente funciona a
impulsos eléctricos. Un encadenado de neuronas, cuyo número se eleva a una
cifra potencialmente superior al total de las estrellas de una galaxia, se
conecta cual tela de araña en las profundidades del cerebro. El cerebro, timón
de nosotros mismos, reacciona ante un acontecimiento, cualquiera que sea la
índole de éste. Llámese acontecimiento cualquier eventualidad perceptible.
Inmediatamente, en cuestión de micras de segundo, se suceden las conexiones
neuronales. La tela de araña cerebral vibra, la mente sale al paso, cual
arácnido. El cerebro es a la mente lo que el cuerpo para el alma.
En mis diálogos con el
subconsciente he llegado a plantear cómo sería vaciar el cerebro para matar a
la mente. ¿Debería cortar la corriente eléctrica neuronal? Supondría la muerte,
me recuerda siempre mi yo interior. ¿Puedo eliminar el pensamiento de mi cabeza?
Esta pregunta te conduce a la anterior cuestión, pues eliminar el pensamiento
sólo es viable cortando la corriente eléctrica neuronal, es decir, supondría la
muerte, vuelve a golpearme con la realidad mi subconsciente. Pero... ¿Y si
detengo el tiempo? Aceptando como axioma que nuestra existencia se debe a una
realidad espacio-temporal, la paralización del tiempo supondría la paralización
del espacio. Frenar el avance de estas dimensiones eliminaría el acontecimiento
y la reacción. Si no hay realidad, no habrá corriente eléctrica; no habrá
pensamiento. Vuelas muy alto y en cielos nublados, me interrumpe el
subconsciente. De ser factible la detención del espacio-tiempo quedarías
atrapado físicamente en él, porque recuerda que existes en el espacio y en el
tiempo y la violación de estas leyes universales acabaría con todo lo que
conoces. La única posibilidad que tengo es la de regresar al Big Bang, pienso.
Pero el tiempo y el espacio no existían antes del Big Bang. Además, recuerda,
me explicaba el subconsciente, el universo corre hacia adelante en una sóla
dirección desde el momento de la Creación y la carrera es imparable en un
movimiento único y general de expansión. El universo explotó el primer segundo
de la historia de todas las cosas y sólo cuando la expansión acabe, puede que
el universo implosione sobre sí mismo y el tiempo y el espacio vuelvan a sus
orígenes. No obstante es un futuro acontecer muy hipotético. Pero iríamos hacia
atrás, hacia lo que hemos vivido. Sería algo así como rebobinarlo todo... La reacción adelantaría a la acción, pensé.
Deja de volar. La flecha nunca volverá al arco, el humo nunca regresará al
cigarro.
Mi subconsciente suele
ser un ente sensato, más que yo. Aquí acabamos normalmente estas conversaciones
en forma de bucle. Una vez callados los dos, me quedo mirando a ninguna parte, procurando no pensar en nada para intentar escapar de mi habitación espacio-temporal.
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