Bajo el hielo
te erguiste en pedestal de fuego,
calcinadora tú
del agua congelada.
Engulliste cuanto
de vacío corazón
reposaba
en mi pecho negro
de vapor y hierro.
Tardaste, te retrasas
en evaporarte y crecer
como algodón gris
en la niebla,
como el olvido y la sombra.
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