27 may 2010

La imaginación de nadie

De camino a la universidad venía escribiendo los comienzos de un microrrelato: “Despertó convulso. Agitado por un ritmo estrepitoso de latidos, aspiraciones y espiraciones que le levantaban el seno hasta el vértice del techo. Estaba dentro de una pirámide en cuyas paredes veía dibujado su terror en miles de espejos”. Llegué hasta aquí. Dos centímetros de historia después.

No sé quién está metido en la pirámide.